Los genes letales son una especie de genes mutantes y representan la forma más extrema de una serie que recibe la viabilidad en diferentes grados; es decir, son aquellos que provocan la muerte del organismo bajo ciertas condiciones.
Primero, hay que definir ciertos términos claves para entender el tema. Los cromosomas se dan, normalmente, en pares. Estos contienen genes y a cada par de ellos, localizados en el mismo lugar del cromosoma (locus) se les llama alelos y a dichos cromosomas, homólogos. Ahora, un heterocigoto es aquel individuo cuyos alelos difieren para una determinada característica (Aa, por ejemplo). En consecuencia, un homocigoto es aquel que tiene los alelos iguales (AA o aa). En los primeros, uno de los genes es dominante (A) y el otro recesivo (a), por tanto la característica dominante es la que se manifestará. Por su parte, los homocigotos, como sus genes son iguales, o es 100% dominante o 100% recesivo.
Al contrario de lo que se piense, los genes letales son más comunes de lo que parece. Cada ser humano porta, aproximadamente, 2 o 4 de ellos, pero el hecho de que estemos protegidos se lo debemos a ser heterocigotos para esos genes (pues los genes letales casi siempre son recesivos). Además, existen tantas clases de estos que es muy difícil que coincida una pareja con los mismos alelos que codifiquen para una misma enfermedad. Sin embargo, se da el caso. Ambas personas son heterocigotas, por lo que no presentan síntomas. Entonces, si tienen descendencia, ésta tenderá a morir en un 25% de los casos, probabilísticamente hablando, ya sea al nacer o posteriormente. La frecuencia de la expresión de los genes letales aumenta con la cercanía del parentesco entre la pareja, por lo que la unión entre primos-hermanos tiende más a presentar problemas de este tipo.
Por otro lado, la letalidad también tiene un período de efecto, el cual es muy variable. Existen casos donde, en el embrión, no se logran formar adecuadamente los órganos vitales, por lo que se produce un aborto espontáneo. También hay los que impiden la formación de gametos, la división normal del cigoto, los que matan enseguida del nacimiento o bien tiempo después, siendo estos últimos los más estudiados por ser observables "fácilmente". Un caso muy conocido es la hemofilia, enfermedad que impide la correcta coagulación sanguínea. En ella, el gen letal se encuentra ligado al cromosoma X de la madre. Por ello, las mujeres son portadoras del padecimiento y los varones son enfermos. Lo anterior se debe a que las mujeres son XX, por lo cual la letalidad es recesiva pues se halla otro cromosoma X que "amortigua" la deficiencia y protege al organismo, mientras que en el varón, XY, la letalidad es dominante, pues el cromosoma Y no posee tal protección, haciendo al X y a la enfermedad dominantes.
Primero, hay que definir ciertos términos claves para entender el tema. Los cromosomas se dan, normalmente, en pares. Estos contienen genes y a cada par de ellos, localizados en el mismo lugar del cromosoma (locus) se les llama alelos y a dichos cromosomas, homólogos. Ahora, un heterocigoto es aquel individuo cuyos alelos difieren para una determinada característica (Aa, por ejemplo). En consecuencia, un homocigoto es aquel que tiene los alelos iguales (AA o aa). En los primeros, uno de los genes es dominante (A) y el otro recesivo (a), por tanto la característica dominante es la que se manifestará. Por su parte, los homocigotos, como sus genes son iguales, o es 100% dominante o 100% recesivo.
Al contrario de lo que se piense, los genes letales son más comunes de lo que parece. Cada ser humano porta, aproximadamente, 2 o 4 de ellos, pero el hecho de que estemos protegidos se lo debemos a ser heterocigotos para esos genes (pues los genes letales casi siempre son recesivos). Además, existen tantas clases de estos que es muy difícil que coincida una pareja con los mismos alelos que codifiquen para una misma enfermedad. Sin embargo, se da el caso. Ambas personas son heterocigotas, por lo que no presentan síntomas. Entonces, si tienen descendencia, ésta tenderá a morir en un 25% de los casos, probabilísticamente hablando, ya sea al nacer o posteriormente. La frecuencia de la expresión de los genes letales aumenta con la cercanía del parentesco entre la pareja, por lo que la unión entre primos-hermanos tiende más a presentar problemas de este tipo.
Por otro lado, la letalidad también tiene un período de efecto, el cual es muy variable. Existen casos donde, en el embrión, no se logran formar adecuadamente los órganos vitales, por lo que se produce un aborto espontáneo. También hay los que impiden la formación de gametos, la división normal del cigoto, los que matan enseguida del nacimiento o bien tiempo después, siendo estos últimos los más estudiados por ser observables "fácilmente". Un caso muy conocido es la hemofilia, enfermedad que impide la correcta coagulación sanguínea. En ella, el gen letal se encuentra ligado al cromosoma X de la madre. Por ello, las mujeres son portadoras del padecimiento y los varones son enfermos. Lo anterior se debe a que las mujeres son XX, por lo cual la letalidad es recesiva pues se halla otro cromosoma X que "amortigua" la deficiencia y protege al organismo, mientras que en el varón, XY, la letalidad es dominante, pues el cromosoma Y no posee tal protección, haciendo al X y a la enfermedad dominantes.
No comments:
Post a Comment